Esta sesión de retrato creativo la podríamos llamar fuego a la segunda cortinilla. Quizás suene raro nombrarla así, pero cuando entiendas la técnica que utilizo para conseguir esta fotografía lo entenderás perfectamente.
Lo primero que tienes que tener en cuenta es que fotografiar con fuego siempre acarrea ciertos problemas (tanto lumínicamente como físicamente). Tenemos un punto de luz que cambia de luminosidad dependiendo de cómo esté ardiendo en ese momento, perdiendo así el control de la exposición y teniendo que estar pendiente de cuál sería el máximo para no tener una sobreexposición y pérdida de información en el propio fuego (quiero que se vea el naranja de las llamas).
Sin olvidarnos que también se ve modificado por el movimiento (apagándose o encendiéndose) por lo que es otro factor más a tener en cuenta. Por otro lado, tenemos que trabajar con seguridad, haciendo que el modelo no llegue a quemarse y que no exista posibilidad de que la estructura o parche que utilicemos con fuego no se derrita o caiga encima del mismo.
Para ello utilizamos unas mancuernas metálicas que aguantan bastante bien la temperatura (ya que no es continua la fuente de calor) y preparamos unos discos de bayeta que absorberán el alcohol o disolvente que utilicemos para hacerlo inflamable. Utilizó este material, puesto que absorbe el líquido y no lo deja gotear o caer.
Una vez tengo todo preparado, solo necesito configurar la cámara para que dispare a segunda cortina para capturar el movimiento y finalmente añadir el flash a la escena, ayudándome a congelar el movimiento del modelo. Si no utilizase esta técnica de usar el fuego a la segunda cortinilla, saldría movido, ya que la luz continua que producen las llamas favorece que salga movido al disparar con velocidades lentas.
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