Los paraguas para iluminación tienen mala fama al tratarse de equipo muy económico y generalmente poco resistente. A pesar de ello pueden ofrecer condiciones lumínicas muy parecidas a un softbox. La principal diferencia es que no disponen de recorte en sus laterales, haciendo que la luz pueda expandirse y contaminar a todos los elementos de alrededor como pudiera ser una pared. Por lo que tendríamos menos control sobre la iluminación de la escena.
Existen tres modelos, el paraguas usado como difusor, el típico paraguas blanco traslúcido. El paraguas reflector y el paraguas reflector con difusor que tienen la particularidad de tener que usarlos al revés que el traslúcido. Es decir el flash enfocado al paraguas reflector y el paraguas orientado hacia lo que queramos iluminar.
El paraguas difusor tiene una construcción hecha con tela translúcida para dejar pasar la luz llegando de forma suave al sujeto o elemento. De los tres modelos de paraguas para iluminación es el que menos contraste ofrece.
Luego tendríamos el paraguas reflector que tiene una construcción interior blanca o plateada para reflejar la luz que incide sobre él y en la parte exterior es negro para no dejar pasar la luz y aprovechar toda la potencia lumínica. El uso de la opción blanca está pensada para producir una luz difusa, mientras que el plateado general un rebote más duro e intenso.
Y por último el paraguas reflectores con difusor, que es la mezcla de las dos anteriores. La luz rebotará a la parte plateada de la sombrilla y se difuminará a través de la tela traslúcida antes de llegar al sujeto. Así lograremos suavizar todo y tener más contraste.
Como puedes observar, cada opción aporta una respuesta diferente al tamizado, rebote y recorte de la luz, siendo por esto de vital importancia conocer las diferencias entre ambos no solo como luz principal, sino como luces de relleno o contra.
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